Si hay algo que hemos aprendido de toda esta historia, aparte de que el colágeno en los labios a esta chica le sientan tan bien como un tiro en la frente, es que Lilo le da igual ocho que ochenta, y va a seguir haciendo lo que le salga de la seta, diga la justicia lo que diga.
Según dicta la sentencia, Lilo, para antes del día 14 de diciembre, debe de haber finalizado sus 12 días de trabajo forzado en la morgue y 4 sesiones de psicoterapia. ¿Cumplirá Lindsay con su cometido o se decantará por invertir ese tiempo en escribir un libro, modo tutorial, donde nos explicará como esquivar a la justicia? Yo personalmente prefiero lo segundo.
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