sábado, 2 de julio de 2011
Lindsay es libre como el sol cuando amanece, ella es libre
La diferencia entre nuestra relación con la ley y la de Lilo es bien sencilla. Nosotros podemos robar, conducir con un ciego del quince encima y muchas más cosas, pero amigo, recuerda bien la calle porque no la vas a volver a ver en unos pocos de años. Lindsay Lohan roba collares valorados en 2000 $, conduce con una mano en el volante y con la otra con una botella de Eristof, le hace cuatro pucheros a la jueza y queda libre.
La última vez que ocurrió una historia parecida, Lindsay acabó en arresto domiciliario. Pero nosotros, que ya nos concemos la historia desde el principio, lo avisamos. Lilo va a durar menos rato con la condena que Paris Hilton con bragas en una fiesta ibizenca. ¡Dimos en el clavo!
Lindsay ya es libre, free, como quieras llamarlo, pero el caso es que ya puede salir de casa. Esta libertad es relativa, ya que tiene que prestar 480 horas a trabajo comunitario y asistir a un curso para ladrones, que por otro lado no tenía ni idea que eso existiera, oye.
Pues nada, ahora es cuando Lilo vuelve a pasarse la ley por todo el forro del coño y la jueza vuelve a pasarle la mano. La pescadilla que se muerde la cola se llama.
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